MEMORIAS DEL MUTUALISMO COLOMBIANO
Cuarta etapa. EL MUTUALISMO COLOMBIANO
Autor. Fabio Alberto Cortés Guavita
Ya vimos en la entrega pasada como las Cofradías fueron germen de
la mutualidad, del desarrollo de la ayuda mutua desde la perspectiva de su
objeto, pero con un carácter eminentemente religioso con imposiciones del clero
sobre tales organizaciones.
Ahora vemos como el entorno económico y político influye y el
pensamiento de los librepensadores de Europa, socialistas utópicos y
anarquistas, impregna al ser humano de
la Nueva Granada, en su búsqueda por crear formas de ayuda mutua para
solucionar problemas de las comunidades y en las comunidades.
Para entender el rol que jugaron las Sociedades Democráticas en
Colombia es necesario ver el entorno político, social y económico de la época
en la cual fueron creadas y la trasformación que vivieron esas sociedades desde
lo apolítico a lo político deliberante. Cual fue la esencia de etas
organizaciones, su evolución y muerte como germen del actual mutualismo
colombiano.
Algo importante y que permite, en parte, entender el actual estado
del mutualismo colombiano es el odio de sus dirigentes desde sus inicios hasta
nuestros días, en aquella época con argumentos y luchas abiertas de fundamento
económico y político; hoy sin argumentos
y en una pelea soterrada e hipócrita, politiquera y mezquina, que no permite el
desarrollo de lo que Gonzalo Pérez llama la inamovilidad del mutualismo.
Por aquellas calendas acaeció la llamada “Primavera de los Pueblos”
de 1848, una de las formas en que la historiografía señala la oleada
revolucionaria que acabo con la Europa del absolutismo. Estas revoluciones de
corte liberal manifestaron unos sesgos ideológicos de corte nacionalista y
marcan la influencia del incipiente movimiento obrero europeo
Si inicio es en Francia y corre por toda Europa llegando a España e
influyendo desde allí nuestra américa y especialmente a Colombia como veremos
más adelante, si bien su “éxito” fue efímero y se impuso un gobierno de corte
conservador, la trascendencia histórica de aquellos épicos momentos fue
decisiva al sembrar de manera frontal la imposibilidad de mantener sin cambios
el statu quo, como habían pretendido los contrarrevolucionarios de la
Restauración.
La Nueva Granada de 1848 se
caracterizaba por un modelo económico de la época, era el librecambio la
práctica económica que permitía la comercialización de productos entre los
países, sin que obrara entre ellos la acción de regulaciones externas como el
cobro de impuestos o tarifas aduaneras.
De otro lado la influencia de los artesanos en posición a este modelo que
los arruinaba, comenzaron a organizarse en las diferentes ciudades alrededor de
las Sociedades Democráticas, las cuales se constituyeron en grupos gremiales
con intereses políticos.
En este marco nace la primera Sociedad Democrática de la Nueva Granada con un objeto social claramente
definido por el Historiador Camacho Roldan, miembro activo de una de estas
organizaciones, en su obra “MIS
MEMORIAS”. Camacho Roldán, Salvador, 1827-1900.
“En un principio tenía por objeto prestarse auxilio recíproco en
casos de enfermedad o de muerte, establecer escuelas nocturnas en que se
enseñase a leer y escribir y dibujo lineal”.
“Desde 1846 se había formado en Bogotá una asociación de la clase
de los artesanos sin carácter alguno político en un principio, pero poco a poco
fue adquiriéndolo y en 1849 ya llegó a ser una fuerza respetable en el
movimiento de los partidos”.
Allí está el origen de las mutuales, que, como vimos en capítulo
anterior de esta obra, nacen en la
esencia de la Cofradías, aquí ya adquieren sentido mutual y de paso sientan la
base de lo que marca una época bastante larga de las mutuales colombianas
“brindarse auxilio recíproco en casos de enfermedad o de muerte…” que tiempo
después las marcaría como “sociedades enterradoras”
La primera organización según Camacho Roldan fue la Sociedad de
Artesanos de Bogotá, entidad con sesgo de clase, pues fueron los artesanos y
veámoslo en las propias palabras del historiador:
“El presidente de la Sociedad en 1848 era un. zapatero, padre de
familia, modesto, honrado, trabajador: llamábase Francisco Vásquez Guevara, y
los socios más notables, que podían ejercer y ejercían influencia sobre sus
compañeros, eran los señores Ambrosio López Londoño (sastre, que fue también
presidente de la Sociedad en 1849), Rudesindo Zuñer (sastre), Emeterio Heredia
(herrero) y otros dos o tres cuyos nombres no recuerdo. Más tarde se hicieron
notables los señores Miguel León (herrero), orador fogoso, que en 1853 y 1854
mostró ideas poco pacíficas, sobre todo de antipatía por la clase llamada
de los cachacos; José María Vega y N. Saavedra (zapateros)”.
Asimismo se nota un tufillo de “oportunismo” de algunos de los
integrantes de esta primera Sociedad Democrática al referir el historiador
Camacho Roldan:
“Atraídos por el objeto simpático (subrayado fuera de texto)
de la institución, nos incorporamos en ella varios jóvenes recién salidos de
los colegios, que después debíamos figurar en las luchas políticas”.
Y qué decir de la marcada
diferencia ideológica, nace, en competencia con la Sociedad de
Artesanos, la Sociedad Popular, en 1849 de una reunión
que, con pretextos religiosos, había formado la Compañía de Jesús.
Desde sus inicios esta Sociedad mostró pasiones fuertes de
antipatía al gobierno y a los liberales, de esta manera se vive un
enfrentamiento una enemistad, estas dos sociedades dispuestas a irse a las
manos en el primer momento. Los señores Simón J. Cárdenas, Juan Malo, Juan
Esteban Zamarra y otros, eran los inspiradores principales de la asociación
conservadora.
Vale una digresión, en esa época alguien de apellido MALO hoy
alguien de apellido ROBAYO causan la discordia, la enemistad y el odio entre
los dirigentes.
Había, dice Camacho Roldan: “Dos clubes antagonistas, dos hornos en
donde se levantaban hasta el rojo-blanco las pasiones del odio y del combate,
que pronto habían de encontrarse en el campo de batalla”.
Diferencias ideológicas, es claro que el origen de Los odios fue
ideológico y fue según nuestro historiador referido un delegado apostólico.
Monseñor Baluffi, quien inspiró en Bogotá, en 1839, la creación de la
primera Sociedad Católica, esencialmente consagrada a los
intereses políticos conservadores, casi como Sociedad democrática quiere
decir asociación destinada a exaltar el espíritu de resistencia a la autoridad
y de protesta contra las desigualdades naturales o artificiales entre los
hombres.
Diferencias de la humanidad, de su propia naturaleza y como dice
Camacho Roldan “Según mi impresión personal no son dañinas todas las
consecuencias de estas sociedades políticas; el peligro en ellas consiste en la
ignorancia de los que las componen, que por esta causa pueden ser fácilmente
extraviados a sentimientos coléricos y antisociales, pues es sabido que la
cólera y la desconfianza o la suspicacia son las tendencias generales de los
espíritus incultos, así como el dominio sobre las pasiones la primera muestra
de lo que se llama civilización”.
Permítanme un alto en el camino para realizar un paralelo ineludible
con nuestros años modernos: este retrato de envidias y egoísmos -en blanco y
negro- del año 1848 se revela en 1980 con los llamados congresos mutualistas,
desaparece por una larga temporada y renace con más fuerza en 2005 y cobra
vigencia en 2013 ampliado y a todo color, más claro no se puede dibujar. Las
diferencias ideológicas llevadas al terreno de la disputa partidista no es mala
en sí, lo malo es como acaece hoy, que esa ignorancia supina y malhadada lleva
a la trapisonda y a la estocada por la espalda, ese es el orden del día,
mientras el sector mutualista integrado en su organización gremial
COLOMBIAMUTUAL, una entidad que recoge los principios y los valores de los
padres del mutualismo, de las ideas libertarias, parafraseando a Camacho Roldán
“dedicada a exaltar el espíritu de resistencia a la autoridad y de protesta
contra las desigualdades naturales o artificiales entre los hombres”; otros “dirigentes
mutualistas” envenenan a funcionarios del estado y a otros gremios a nivel
nacional e internacional; en contra de ese modelo, a quienes lo dirigimos, acusándolo
y acusándonos, como es corriente descalificar en Colombia, tildar de
“comunistas” (como si no supieran que en nuestro país eso equivale a sentencia
a muerte) de personas que pretenden subvertir el orden establecido y claro que
ese es el propósito, cambiar el statu quo, la inamovilidad, la
incompetencia y el deseo por reinventar el mutualismo, entendida esta política
como la retoma de los valores, de los principios, de la verdadera ideología del
mutualismo. No se han detenido a pensar estos enemigos encubiertos del mutualismo
que ser comunista no es un delito: es un orgullo.
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