Después del breve paso de análisis acerca de los errores cometido por la dirigencia mutualista en Colombia pasamos a dar una mirada a la importancia de los trabajadores independientes como mercado natural de las asociaciones mutuales, veamos:
La AIM propugnó siempre por un estudio que permitiera clasificar a los trabajadores independientes y a partir de allí luchar por su bienestar. En primer término se dio una definición: “El trabajador independiente es cualquier persona que ejerza una actividad profesional determinada, de manera exclusiva, sin estar vinculado mediante un contrato de trabajo o de alquiler de servicios” (Asociación Internacional del Mutualismo AIM, 2000, pág. 23)
De igual manera el estudio de la AIM tomó tres puntos básicos a saber:
Era oportuno continuar la cobertura social de los trabajadores independientes y fomentar los organismos pertinentes… No era apropiado extender a los trabajadores independientes los regímenes obligatorios de seguridad social aplicables a los trabajadores asalariados… Los interesados debían gestionar ellos mismos los distintos riesgos excluyendo cualquier injerencia de las autoridades públicas que pidiera provocar una nacionalización del sistema. (Asociación Internacional del Mutualismo AIM, 2000, pág. 12)
Esa idea tuvo tropiezos con los diferentes gobiernos de Europa y las diversas legislaciones se enfrentaban en unos casos, finalmente se impuso en la mayoría de países que los trabajadores independientes deberían estar bajo el régimen oficial cuando había una legislación establecida y en otros legislar de manera especial para proteger a dichos trabajadores, finalmente en el año 1967 cesó el trabajo de AIM al respecto, orientando el trabajo hacia los sistema de seguro obligatorio y de otro lado la misma AIM se dedicó a otros temas de importancia para Europa, como eran los problemas sociales europeos y las relaciones con los medios médicos.
Para el caso colombiano el articular los trabajadores independientes son un gran potencial para el desarrollo de quienes deseen apoyar esta economía informal, desde la perspectiva de presentar soluciones alternativas por parte del mutualismo a los pobres.
Tan solo por su tamaño, la economía informal debería ser foco permanente de análisis y seguimiento en nuestro país. De acuerdo con un reciente estudio del Banco Mundial, en Colombia equivale al 39% del PIB, uno de los porcentajes más altos entre las economías de América Latina, solo comparable con Brasil (40%) y Perú (60%). El trabajo informal está fuertemente concentrado en algunos sectores. Según el gobierno, los sectores que presentan la mayor participación de empleo informal son comercio y servicios. El 40% de la población ocupada en comercio es informal, mientras que en servicios es 20,3% y en industria 16,7%.
Estas cifras son reveladoras y demuestran que la actividad informal es un mercado significativo en un amplio número de segmentos. Cifras de la Federación Nacional de Comerciantes, FENALCO muestran que en Bogotá puede haber entre 25.000 y 30.000 vendedores ambulantes, si bien no hay un censo, el número se elevaría a 100.000 en todo el territorio nacional. Un sondeo entre distribuidores estima que en Bogotá este tipo de comercio puede mover unos $ 300.000 millones al año. En el citado estudio hacen un análisis a un estudio de caso y se afirma de manera categórica que:
“Miguel trabaja 12 horas al día, 6 días a la semana, en la carrera Séptima con calle 114, en Bogotá. Se gana la vida vendiendo mapas. "Compro $30.000 en mapas para la semana. Me valen $1.000, los vendo a $3.000 y vendo 5 ó 6 diarios". Miguel no es empleado de nadie y se gana en un mes unos $250.000. Esto es menos que un salario mínimo y además no tiene seguridad social ni está cotizando para una pensión. No obstante, Miguel no se ve a sí mismo como una víctima, sino como un empresario. Su ambición no es trabajar como obrero, sino ganar más en la calle”
La vida que este vendedor ambulante lleva en la calle ilustra la realidad del sector informal, una parte fundamental de la economía colombiana que pocos quieren mirar de frente. El aporte que estas personas hacen al consumo es sustancial en un país donde, según el Dane, el 60,7% de los puestos de trabajo es generado por el sector informal. Por su parte, la producción y las ventas que se mueven por esta vía son vitales para muchas empresas formales, las cuales han encontrado allí una solución de bajo costo para llegar a sus consumidores.
Aunque nadie piensa en la economía informal cuando se habla del comportamiento de la economía colombiana, su tamaño podría acercarse al 39% del producto interno bruto medido por las cuentas nacionales. Es una realidad difícil de tratar, que despierta reacciones contradictorias. Es este mercado, el de las asociaciones mutuales en Colombia.
Sin embargo, las mutuales colombianas siguen empecinadas en no ver esta realidad, en desconocer su historia y en seguir dando tumbos, de error en error, aferrados a pequeñas vendettas entre dirigentes que en su miopía empresarial no entienden que hay un segmento de la población inmenso que requiere que alguien mire hacia él. Del gobierno no hay nada que decir pues el mutualismo sigue estando ausente de sus intereses, pues es un apéndice que no tienen significancia en el marco de lo solidario.
Próxima entrega “ESCENARIO ACTUAL DEL MUTUALISMO COLOMBIANO”
* Presidente del Observatorio Latinoamericano SOLDEAMÉRICA
Presidente de la Confederación COLOMBIAMUTUAL
Gerente de la Asociación Mutual EMPRENDER
Director Académico de la Fundación Educativa FUNGESTAR
Director de la Revista Virtual SOLDEAMÉRICA