9. SÓLO EL HOMBRE DEJA VESTIGIOS DE LO QUE HA CREADO
Serie Doctrina de la ayuda mutua.
Por Fabio. Alberto Cortés Guavita
La primacía del hombre y del objeto social sobre el capital,
todas son empresas de personas. Principio número uno de lo social y solidario
"El hombre no es la más majestuosa de las criaturas,
antes incluso que los mamíferos los dinosaurios eran decididamente más
espléndidos. Pero él posee algo que los demás animales no tienen: un caudal de
facultades que por sí solo, en más de tres millones de años de vida, le hizo
creativo. Cada animal deja vestigios de lo que fue; sólo el hombre deja
vestigios de lo que ha creado"
Este pensamiento de J. Bronowski nos introduce en el primer
principio de lo social y solidario: La primacía del hombre y del objeto social
sobre el capital, todas son empresas de personas.
Un razonamiento determinante es el valor de la persona por
encima del capital, éste debe ser instrumento y no base de la magnitud para
decidir acerca del destino de la organización o del reparto de beneficios. La
expresión democrática de "una persona un voto" es la sinopsis del
concepto por el que todos valen igual y nadie se diferencia por cuestiones
marginales al concepto personal, ante todo por la posible aportación distinta
de capital, como ocurre en la empresa capitalista. La expresión más genuina de
la solidaridad está inmersa en este principio, pero, la primacía del hombre y
del objeto social sobre el capital, no la excluyen del desarrollo empresarial y
el emprendimiento en busca de la riqueza colectiva, que debe satisfacer las
necesidades básicas insatisfechas del ser humano y su aporte a la comunidad,
donde nada impida su paso firme e inquebrantable hacia la construcción de una
sociedad más justa y equitativa.
Algunos de los valores sociales que han caracterizado a la
economía social son hoy en día incorporados en los informes de sostenibilidad
de las empresas, y más en concreto de las grandes empresas multinacionales,
para ellas lo social es la estrategia. Es irónico, que nuestras organizaciones
la mayor de las veces pasen por encima de estos valores y sean ellos quienes
los incorporen. "Los ciudadanos desconocen los valores participativos y
solidarios que promueve la economía social" Afirma J. J. Barrera director
general de la Economía Social, del Trabajo Autónomo y del Fondo Social Europeo,
a lo cual se puede agregar que las empresas solidarias también lo hacen, ello
exige profundizar el análisis acerca de la concreción efectiva de este primer
principio, sin desconocer que muchas de las organizaciones sociales y
solidarias si cumplen con su función social insustituible, que lejos están de
cumplir las empresas capitalistas, y que las políticas públicas tampoco
alcanzan a atender, ni entender.
Cómo hacer parte de un mundo inmerso en el consumismo y dar
cumplimiento a la primacía del ser sobre el capital es uno de los retos del
sector social y solidario y deberá hacerlo de la mano de los criterios de la
mercadotecnia social, con una orientación que sostiene que la tarea fundamental
de la empresa es determinar las necesidades y deseos de sus mercados meta y
adaptar la organización a la entrega de las satisfacciones deseadas, en forma
más eficiente y efectiva que sus competidores, pero haciéndolo de tal manera
que preserve y aumente el bienestar de los consumidores y de la sociedad, es
decir, produciendo o prestando servicios que no afecten al ser humano ni a su
entorno, respetando el medio ambiente del planta azul.
La Mutualidad, como principio de todo lo social y solidario,
es el vínculo moral capaz de establecer la concordia entre los hombres de un
mismo país y entre los pueblos de un mismo universo, preservado por el hombre
con criterios creativos, no meramente distributivos, de tal manera que se haga
fiel al sentir según el cual el hombre es el único que deja vestigios de lo que
crea para su propio beneficio y el de la comunidad. Se requiere de un ser nuevo
como el alba de una nueva cultura, al decir de un pensador universal:
Occidente, la tierra del ocaso, tiene hoy más que nunca necesidad de una
cultura del despuntar, es decir, de un nuevo amanecer.
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