(Antesala de las sociedades de ayuda mutua)
MEMORIAS DEL MUTUALISMO COLOMBIANO
Cuarta etapa. EL MUTUALISMO COLOMBIANO
Autor. Fabio Alberto Cortés Guavita
Retomado la historia de las Asociaciones democráticas vemos como la
evolución de estas organizaciones va de la mano con la lucha política de
aquellos años, los artesanos, fuente de las democráticas, se oponían a la
candidatura de Mosquera y al libre cambio de Florentino González
Hacia 1848, la Sociedad Democrática de Bogotá, apoya decididamente
a José Hilario López para la presidencia. Su influencia fue decisiva,
introduciéndolos, así fuera de manera precaria, en el sistema de gobierno. La
reacción de los conservadores no se hace esperar y crean sus propias
organizaciones como la Sociedad Católica
y la Sociedad Popular, dirigidas por los sacerdotes jesuitas. El trasfondo de
estas entidades nuevas no era otro que el miedo, pues consideraban peligrosa,
en la conformación de las sociedades democráticas, a la irrupción del socialismo
en la política de la Nueva Granada, cualquier parecido con el presente no es
coincidencia, siempre se ha visto a quienes piensas o pensamos de manera
diferente al sistema establecido, al statu quo como un peligro, y se persigue a
sus dirigentes.
Según los textos investigados José Hilario López entendió bien la
importancia de las Sociedades democráticas como instrumento eficaz de su
gobierno y por eso las defendió y propició su proliferación en todo el
territorio nacional. Al punto de que de 1849 a 1852 se fundaron más de cuarenta
Sociedades democráticas con distinta denominación. Prácticamente no hubo
ninguna ciudad o pueblo que no tuviera su propia sociedad democrática.
Corría el año de 1850 y tanto en Bogotá, como en las provincias de
creaban al píe de la Democráticas, imprentas y nuevos diarios que servían para
la transmisión de las ideas revolucionarias de la época poniéndose a la cabeza
de las organizaciones y sirviendo de modelo la Sociedad de Artesanos de Bogotá,
(que para entonces contaba con cerca de 4.000 miembros), aparecieron
sucesivamente llenas de actividad y entusiasmo y con personal numeroso en Cali,
Popayán, Buga, Cartago, Medellín, Rionegro, Mompós, Cartagena, Santa Marta y
Pamplona, y en casi todas las poblaciones importantes de la República.
El foco revolucionario estaba prendido y en las Democráticas
participaban todo tipo de hombres y mujeres, a la vez que la participación en
policía era cada vez más evidente con integración de hombres de estado,
ancianos, jóvenes, mujeres, artesanos, sacerdotes y militares.
Quizá, más que causa de perturbaciones del orden público, los
desórdenes que se atribuyen a las sociedades democráticas son meras
manifestaciones de una afección peligrosa del orden social. “El derecho de
reunión es una de las condiciones de la conservación de las libertades humanas
y del buen funcionamiento de las leyes, y el legislador debe mirarse mucho al
decretar restricciones contra él. Odiado y temido por los gobiernos despóticos
fundados en la usurpación violenta y encaminados a expropiación constante del
trabajo de los hombres, el derecho de reunión funciona en paz y con utilidad
general en los países bien organizados”
El resultado de la exageración del espíritu de partido y el
despotismo atacaron a las sociedades democráticas y lo que ellas representaban,
se le atribuye esta situación o postura ideológica en parte por herencia del
pueblo español, y de otro lado al “… furor de la larga y sangrienta lucha de la
independencia que presidió a la formación de estas nacionalidades, ha quedado
inoculado en nuestra sangre y en nuestros huesos; enfermedad que es un deber de
las generaciones venideras combatir sin descanso”
“Enfermedad” patogenia heredada por los “dirigentes” del mutualismo
que continúa en nuestros días con mayor odio e irracionalidad que entonces, ya
lo trataremos en lo ocurrido con el mutualismo colombiano en los años 2005 en
adelante.
Algunas medidas populista de los gobiernos posteriores ilusionaron
a los artesanos quienes veían a su favor la constitución de un Estado
proteccionista, y “los decretos
expedidos sobre préstamos forzosos o "derrames" para mantener el
orden público y las obras sociales, fueron "la manzana de discordia"
con los comerciantes importadores. Tal fue la reacción de los comerciantes al
ver su negocio herido, que muchos de ellos se asilaron en la embajada americana
para poner a buen recaudo sus capitales y así evitar el pago de los
"derrames" (impuestos).
Sin embargo, ayer como hoy, se traiciona siempre a quienes han
puesto todo en la lucha y el conflicto con los comerciantes, con el Liberalismo
dejó los primeros tendidos en el campo, las Democráticas fueron sacrificadas
poco a poco. Las relaciones de las Democráticas con el naciente partido Liberal
(una mezcla de intereses de comerciantes, intelectuales, pequeña burguesía y
burocracia, antibolivarianos de la vieja guardia de la Independencia y hasta
terratenientes) y con los comerciantes sufrió grandes transformaciones en los años de 1854 a 1870.
“Derrotada la revolución de 1854 era de presumir que las protestas
y finalmente la insurrección contra el libre cambio terminaran. Sin embargo
veinticuatro años después se presentan nuevos brotes en la ciudad de
Bucaramanga, conocidos como "los acontecimientos del 7 y 8 de septiembre
de 1879". Esta vez, los hechos fueron propiciados por miembros
pertenecientes a la Sociedad Democrática "Culebra Pico de Oro" contra
los socios del club de Soto o club de comercio de esa ciudad, en su mayoría
comerciantes nacionales y extranjeros, principalmente alemanes”. No es del caso
ahondar en lo ocurrido bástenos destacar que la lucha entre artesanos y
comerciantes se vería ahondada cada día más.
Tanto en la provincia como en Bogotá, “la importación de artículos
extranjeros, profundizó aún más la diferencia entre la situación económica y
social de los comerciantes y los artesanos de esa ciudad. El libre cambio sólo
mejoró la de unos pocos, mientras el resto de la población siguió en su misma
condición de pobreza. La libertad económica con que nuestros románticos
liberales del siglo XIX pretendieron solucionar nuestra penosa situación
económica, no fue más que una "quimera". Los gólgotas y los que los
siguieron, pensaron equivocadamente que con este sistema podían armonizar los
intereses individuales con los de la sociedad entera, cuando la realidad
demostraba exactamente lo contrario. Las actividades más provechosas para el
individuo, eran y son las que menos contribuyen al desarrollo de la economía”
Se dice que los hechos acaecidos en Bucaramanga fueron las últimas
manifestaciones de las sociedades democráticas de artesanos contra el libre
cambio, ya que la Constitución de 1886 se encargó de enterrarlas
definitivamente al ordenar (art.47) que "quedaban prohibidas las Juntas
Políticas populares de carácter permanente" en clara alusión a las
"Democráticas", únicas agrupaciones que tenían esas características.
Otros documentos indican que probablemente las Sociedades
Democráticas fueron utilizadas por fuerzas políticas y económicas, como los
comerciantes y aun los miembros del gobierno de entonces, o por lo menos, que,
en sus comienzos, había entre unas y otras relaciones muy estrechas, las apoyaron
mientras les servían y las exterminaron cuando ya no les interesaban.
Nada distinto ocurre hoy con la Economía Solidaria que es utilizada
por los gobiernos de turno y los dirigentes mutualistas y cooperativistas,
quienes se prestan a todo tipo de componendas y acomodamientos en contra de los
intereses reales de un sector tan importante como es el de la Economía
Solidaria.
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